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Deia: El nuevo San Mamés, un sueño cumplido… y construido

El getxoztarra Javier Campos, ingeniero en la obra del nuevo San Mamés y socio del Athletic, cuenta en un libro su experiencia desde ambos prismas | Su padre trabajó en la reforma de la Catedral de 1982

El nuevo San Mamés, un sueño cumplido… y construidoM.H.

Javier Campos construyó su sueño. Suena a metáfora. Hasta puede rezumar aires hiperbólicos. Pero es una afirmación que se ajusta a la realidad: este getxoztarra, socio del Athletic, apasionado y alocado de los colores rojiblancos, es ingeniero y participó en la creación del nuevo San Mamés, y por ende, en la demolición de la vetusta Catedral. Es más, fue el gerente adjunto de la Unión Temporal de Empresas (UTE) que asumió todo el proyecto. Su experiencia profesional, sus recuerdos personales, las fases de la obra, pero, sobre todo, sus sentimientos, de fútbol y de vida, están entre las tapas del libro De cantera y hierro puro (Ediciones El gallo de oro). Eso sí, es una historia novelada, así que “hay cosas que no pasaron pero que podrían haber sucedido”, desliza el autor.

La narración, escrita a bocajarro emocional, sitúa al lector, en especial si es del Athletic, en la mirada de Javier. Y también en su corazón. Ve y siente lo mismo que él. Y las letras conmueven. El texto, leído de forma muy cómoda, está articulado como un partido; sus capítulos son: La convocatoria, la charla previa, la primera parte, el descanso, la segunda parte, la prórroga, la tanda de penaltis y la entrega de premios. “De tal modo que si alguien está interesado en un momento concreto de la construcción, puede ir perfectamente solo a esa parte”, matiza Javier. Y es que dentro de cada fase del juego hay epígrafes que acotan el tema a tratar. En este sentido, para el escritor, hay dos episodios significativos: la retirada del arco del viejo San Mamés y la ampliación de la cubierta en el nuevo campo. “Según bajábamos el arco, desde fuera se escuchó el grito de: Athleeeeeetic! Eup! Un canto de despedida que desde las calles subía al cielo de Bilbao. Cuando el arco tocó, por fin, el suelo, a eso de las tres de la tarde de aquel 2 de julio de 2013 inolvidable, el público aplaudió”, rememora Javier. Esa es la cara afectiva de ese acontecimiento; la vertiente técnica es que se trataba “de una maniobra de bajada muy compleja”: emplear cuatro grúas que debían tirar a la vez pero aplicando distintas fuerzas. “Algo muy difícil de ejecutar y, por tanto, crítico”, admite el ingeniero. Unas 220 toneladas pesaba el arco…

Los párrafos de esta publicación son, por lo tanto, una combinación de vivencias contadas “un día con los ojos de ingeniero y otros, de aficionado”, admite Javier, hipermotivado ante este proyecto. Él luchó, pidió, deseó y ansió formar parte de la construcción de San Mamés: “Si nos dan la obra, yo tengo que estar allí como sea”. Y claro, debido a ese latir athleticzale también, participar en la desaparición de la centenaria y entrañable vieja Catedral supuso enfrentarse a “un sentimiento encontrado”.

Las labores de demolición de la Catedral fueron seguidas muy de cerca.

Las curiosidades y casualidades (o causalidades) en este periplo de Javier llevan a que su padre, ingeniero técnico de obras públicas, trabajara en la reforma de San Mamés encargada para el Mundial de 1982. De ahí que en la presentación del libro de su hijo no dudara en echarle en cara, con gracia e ironía, que derribara el estadio. “Es algo que me molesta”, soltó entre risas. Lo que se dio, por otro lado, fue una cuadratura del círculo (seguro que a nivel de ingeniería hay alguna expresión más correcta) con esta conexión padre-hijo-Athletic que, realmente, empezó cuando el progenitor llevó a su niño de 7 años por vez primera al estadio, a aquel San Mamés. “Cuando descubres un campo de fútbol te parece algo enorme, impresionante”, reconoce el getxoztarra.

El otro hito que destaca el autor de De cantera y hierro puro es la ampliación de la cubierta. Una vez finalizada la flamante y moderna nueva Catedral, resultó que parte del público ¡se mojaba! Fueron momentos de presión, de máxima atención mediática, de tensión, de ansiedad, de nervios… La prórroga y los penaltis. “Lo que nos resultaba mucho más complicado de imaginar, pensar y resolver era el modo de elevar a cuarenta metros de altura un anillo metálico de varias toneladas y una red de cientos de metros lineales de cables, unirlos a la cubierta recién terminada y mantener el anillo y la red estables en una posición exacta con poco margen de error”, apunta el ingeniero. Pero el equipo dio con la tecla. Y la instalación de las piezas que vislumbraban la nueva cubierta fue portada de DEIA el 8 de abril de 2013, como aparece recogido en el libro.

El grupo de trabajadores, en esta actuación y en la anterior, son puestos en valor por Javier. Porque en esta realidad con dosis ficcionadas, hay mucha humanidad. “Cuando terminé el libro, se lo di a un amigo para que lo leyera y me dijo que le había dejado algo frío, así que le di la vuelta y frente a la idea de explicar solo cómo había sido la construcción, le di un toque personal”, confiesa el escritor. Los señores del verano es su primera novela, que nunca llegó a publicarse. En 2015 terminó Camino de ladrones, que esta vez sí vio la luz. Por lo que De cantera y hierro puro, es su tercera incursión en el mundo literario desde su profesión de ingeniero, en la que continúa como directivo de una empresa de construcción.

Continúa al día con los lanzamientos que definen el panorama literario de Bilbao y sus alrededores.

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